A propósito del lote petrolífero 192 y de los
pueblos de la Amazonía
NACIONALISMO
O SOCIALISMO PARA EL PERÚ
Lo dicho en estas líneas no impide marchar
juntos con otros sectores nacionalistas, ecologistas, progresistas. Solo invita
a que los que consideremos pertinente, vayamos a la unidad necesaria llevando
una opción con metas, estilos y plataforma propios.
La actitud de las bancadas fujimorista y
aprista evidenció palpablemente su demagogia en el Congreso, el jueves pasado.
Se pusieron del lado del ejecutivo y al servicio de la transnacional petrolífera
canadiense Pacific, para la cual, amañadamente, habían preparado con la
argentina Pluspetrol el otorgamiento de la concesión de explotación del lote
192.
Los congresistas Manuel Dammert y Víctor Isla
pidieron al ejecutivo y al Congreso escuchar la exigencia generalizada de los
pueblos de la región Loreto. Con solvencia, Dammert argumentó a favor de
permitir que, tal como lo solicitaba la propia empresa estatal, PetroPerú sea también
beneficiaria del contrato por treinta años. Con esta decisión, dijo, PetroPerú
tendría saldos favorables, hará rentable la Refinería de Talara, haría posible
la existencia de una cadena productiva integrada
en manos de una empresa de Estado vinculado al sector de energía.
Como lo refirió la congresista Verónika
Mendoza, los pueblos originarios de los ríos Pastaza, Corrientes y Tigre, vale
decir depositarios de los territorios de la zona donde se encuentra el lote
192, acaban de denunciar el no respeto a sus derechos territoriales y la
igualmente fraudulenta consulta previa en sus comunidades (solo dos de las 25
de la zona del lote han suscrito acuerdos). Exigían claridad sobre la forma en
que serán resueltos los pasivos ambientales existentes y futuros.
Los argumentos de los congresistas antes
citados, se enrumban dentro de un
criterio económico y jurídico favorables a la consolidación del rol empresarial
del Estado y de respeto de los derechos de los pueblos originarios. Todo esto
es no solo de buen sentido sino también de valor estratégico. El país necesita
desarrollar su capacidad técnica y económica, respetando los derechos de los
pueblos donde se encuentran las fuentes necesarias para el funcionamiento de la
sociedad actual.
Sin embargo, considero que estos argumentos no
aportan un fundamento social nuevo. Sus fundamentos son o nacionalistas o del
derecho pasivo de nuestros pueblos; no ahondan en la potencialidad que nuestros
pueblos están manifestado diariamente y desde hace dos décadas para hacerse
forjadores de su destino y de todo el país.
¿Cuál sería este nuevo fundamento?
Una visión integral, sustentada también en las
tradiciones y saber comunitarios. Los pueblos originarios no están vinculados a
un uso puramente utilitario de lo existente. No consideran lo existente como simples
“recursos”. Comprenden y se comprenden en lo complejo de las relaciones entre
las cosas y sus espíritus correspondientes.
Para decirlo en claro. Los pueblos de la
Amazonía no solo tienen derechos como seres pasivos (recibir, beneficiarse, ser
respetados, como todos los demás). No solo son objeto de derechos ni
posesionarios de territorios ancestrales. No deben ser sujetos cooptados
burocráticamente para finalmente destruir sus territorios y ser destruidos
ellos mismos. Los pueblos originarios de la Amazonía son en primer lugar
modelos comunitarios y fuente de saberes –de saber haciendo- construidos y
renovados constantemente desde hace cientos y miles de años. A este tipo de vida
comunitaria y de saberes les debemos el cultivo y mantenimiento de la selva
amazónica, el equilibrio y armonía que la humanidad ha podido cultivar con la
selva hasta antes del ingreso de la “civilización”. Este tipo de vida y saberes
comunitarios debe ser potenciado en el presente para seguir desarrollándose y
ampliándose en el futuro.
Más claro aún: el país requiere de una
perspectiva socialista. De este modo podrá incorporar las lógicas comunitarias
de los pueblos originarios –la mayoría cultural del país- al ejercicio del
poder y la conducción de los destinos del Perú. De este modo los trabajadores
–las mayorías sociales del país- podremos liberarnos de las ataduras a las
cuales el capital nos tiene sometidos. Esta perspectiva socialista debe saber
partir del presente, tensando las fuerzas creativas y los espacios de
participación y de derecho que van obteniendo en sus luchas gracias a sus
luchas los trabajadores y los pueblos originarios como a de las instituciones
de investigación y de estudios comprometidas con los destinos de la humanidad y
del Perú.
La cuestión del lote 192 y de Petroperú debe
ser vista y resuelta también desde esta óptica social.
Ésta es la perspectiva que se viene gestando
subterráneamente desde hace casi 20 años y que, creemos, merece ser formulada y
desarrollada explícita y claramente. Podrá serlo si partimos de la siguiente premsa:
las fuerzas políticas revolucionarias de nuestro siglo no pueden tener como
meta o modelo por realizar al Velasquismo o el capitalismo burocrático de
Estado. Si nos limitamos a considerar el gobierno de Velasco como nuestro
modelo para el futuro significaría que partimos considerándonos incapaces de
asumir los restos de nuestra época; que no partimos de la potencialidad y de
las exigencias que brotan desde las luchas de nuestros pueblos desde hace dos
décadas, en defensa de la Pachamama especialmente (no confundir con ecologismo
o la defensa del “medioambiente”).
Nuestro modelo no puede ser el nacionalismo; debes
serlo el socialismo enraizado en las comunidades y las luchas de nuestros
pueblos, modelo que haga suya de la exigencia de superar al capitalismo
–incluso de Estado-, como lo demanda la conciencia concreta y universal de
nuestra época.
Vicente Romero
París,
29.08.2015