Colectivo de Peruanos en Francia, tiene el honor de invitarles a la Romería al gran poeta universal César Vallejo Mendoza, este homenje se realizará el Domingo 17 de Abril de este 2016, en el cementerio de Montparnasse - París donde reposan los restos de quien fuera uno de los fundadores de la célula comunista de los peruanos en Francia.
El acto comenzará a las 11 de la mañana y terminará a las 12 del medio día.
Y se continuará con un Almuerzo Vallejiano a partir de la 13h00 en el restaurante Le Beaujolais, sito en 14 Avenue de la Liberté - 94220 Charenton le Pont - Métro: Liberté - ligne 8.
Todos aquellos y aquellas que desen rendir un homenaje al poeta universal seran los bienvenidos.
samedi 9 avril 2016
vendredi 1 avril 2016
EL TERRORISMO, LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Y GREGORIO SANTOS
Si en el proceso electoral en curso hay alguien que representa a los pueblos originarios en su lucha contra el terrorismo de Estado, de Sendero Luminoso y de las transnacionales es Gregorio Santos Guerrero.
Indigna por lo tanto el maltrato que las organizaciones ronderas y comuneras acaban de recibir por parte de una vocera del poder judicial. Sus miembros, quizá por el hecho de hablar castellano, llamarse Gregorio, Santos o Guerrero, haber realizado estudios y llegar a representar a sus pueblos ante el Estado criollo, son catalogados de “occidentalizados”.
En efecto, la procuradora, en defensa de la posición del poder judicial ante el Tribunal Constitucional por el Caso Gregorio Santos acaba de afirmar que el preso “preventivamente” es “ciudadano occidentalizado, tal como nosotros por igual”.
Desde hace más de 20 meses, Gregorio Santos Guerrero está preso, sin respeto del debido proceso. El debido proceso en su caso, incluso ateniéndose a la espuria Constitución de 1993, debería de implicar el respeto de la justicia consuetudinaria. ¿Porqué?
a) Es hijo de la Comunidad Campesina de San Juan de Chirinos, reconocida como tal desde 1944 pero con una historia más antigua que el propio Estado peruano pues durante la dominación española, en 1729 la corona lo reconoció como “pueblo de indios”.
b) Es rondero, como su madre desde su juventud y las rondas son reconocidas por las leyes peruanas como organización de los pueblos originarios del país. Las rondas campesinas derrotaron al terrorismo tanto del Estado como de Sendero Luminoso: en Cajamarca impidieron que ambos prosperen. Gregorio Santos, desde su época de colegial participó dando vida a las rondas, en tal sentido contribuyendo a la derrota de Sendero Luminoso desde el seno del pueblo y sin el uso del terrorismo de Estado.
Son cerca de 7,000 el número de comunidades campesinas y nativas existentes en el país.
El número de rondas campesinas y urbanas debe ser similar o superior, aún cuando el maltrato legal por parte del Estado impide su formalización de modo más exagerado que para las comunidades. Si sumamos la población concernida debemos de bordear fácilmente los 6 millones de paisanos adultos miembros de diferentes tipos de organizaciones originarias.
Que la procuradora Nieves Lucana Mamani sea occidentalizada solo refleja las dificultades que nuestro pueblo tendrá que resolver como producto de la dominación colonial interiorizada.
Si se respetan sus normas, el derecho debe basarse en pruebas objetivas. Lo objetivo es la fuerza y vitalidad de las organizaciones consuetudinarias en el país. Una expresión política de esta vitalidad es Gregorio Santos Guerrero. Más que un ciudadano, Santos es juzgado por ser miembro de nuestros pueblos originarios, uno de los pueblos que ama la agricultura a pesar de lo olvidada que está por el poder central y las instituciones académicas. Es un miembro que. como nuestros pueblos, tampoco renuncia a ser universal.
Vicente Romero
02.04.2016
Indigna por lo tanto el maltrato que las organizaciones ronderas y comuneras acaban de recibir por parte de una vocera del poder judicial. Sus miembros, quizá por el hecho de hablar castellano, llamarse Gregorio, Santos o Guerrero, haber realizado estudios y llegar a representar a sus pueblos ante el Estado criollo, son catalogados de “occidentalizados”.
En efecto, la procuradora, en defensa de la posición del poder judicial ante el Tribunal Constitucional por el Caso Gregorio Santos acaba de afirmar que el preso “preventivamente” es “ciudadano occidentalizado, tal como nosotros por igual”.
Desde hace más de 20 meses, Gregorio Santos Guerrero está preso, sin respeto del debido proceso. El debido proceso en su caso, incluso ateniéndose a la espuria Constitución de 1993, debería de implicar el respeto de la justicia consuetudinaria. ¿Porqué?
a) Es hijo de la Comunidad Campesina de San Juan de Chirinos, reconocida como tal desde 1944 pero con una historia más antigua que el propio Estado peruano pues durante la dominación española, en 1729 la corona lo reconoció como “pueblo de indios”.
b) Es rondero, como su madre desde su juventud y las rondas son reconocidas por las leyes peruanas como organización de los pueblos originarios del país. Las rondas campesinas derrotaron al terrorismo tanto del Estado como de Sendero Luminoso: en Cajamarca impidieron que ambos prosperen. Gregorio Santos, desde su época de colegial participó dando vida a las rondas, en tal sentido contribuyendo a la derrota de Sendero Luminoso desde el seno del pueblo y sin el uso del terrorismo de Estado.
Son cerca de 7,000 el número de comunidades campesinas y nativas existentes en el país.
El número de rondas campesinas y urbanas debe ser similar o superior, aún cuando el maltrato legal por parte del Estado impide su formalización de modo más exagerado que para las comunidades. Si sumamos la población concernida debemos de bordear fácilmente los 6 millones de paisanos adultos miembros de diferentes tipos de organizaciones originarias.
Que la procuradora Nieves Lucana Mamani sea occidentalizada solo refleja las dificultades que nuestro pueblo tendrá que resolver como producto de la dominación colonial interiorizada.
Si se respetan sus normas, el derecho debe basarse en pruebas objetivas. Lo objetivo es la fuerza y vitalidad de las organizaciones consuetudinarias en el país. Una expresión política de esta vitalidad es Gregorio Santos Guerrero. Más que un ciudadano, Santos es juzgado por ser miembro de nuestros pueblos originarios, uno de los pueblos que ama la agricultura a pesar de lo olvidada que está por el poder central y las instituciones académicas. Es un miembro que. como nuestros pueblos, tampoco renuncia a ser universal.
Vicente Romero
02.04.2016
mercredi 10 février 2016
Poder judicial decide mantener prisión preventiva de candidato presidencial 2016
COLECTIVO
DE PERUANOS EN FRANCIA
Poder judicial decide mantener prisión preventiva de candidato presidencial 2016
GREGORIO SANTOS GUERRERO, ¡LIBERTAD!
En 2016, el Perú vivirá un proceso electoral nunca visto en dos siglos de
historia republicana: uno de los 19 candidatos, Gregorio Santos Guerrero
participará desde su celda en una prisión de máxima seguridad sin ser juzgado
ni sentenciado, en condición de preso por razón “preventiva”.
Los poderes judicial y ejecutivo peruanos se han encarnizando contra Gregorio Santos Guerrero:
-106 procesos en su contra.
-3 habeas corpus han sido rechazados, cuando en otros casos más graves y
con juicios abiertos los encausados si han beneficiado de éste.
-el poder judicial decidió ayer mantenerlo durante 25 meses en prisión
preventiva, cuando ya ha cumplido 18 a pesar de que legalmente el plazo máximo
es de 9 meses;
-la investigación ya lleva 40 meses, cuando el plazo es de 8 meses; a pesar
de estos 40 meses, la fiscalía no le ha formulado aún acusación por lo tanto el
juicio en su contra aún no se ha iniciado;
-la medida cautelar dictada hace exactamente un año por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos solicitaba al estado peruano condiciones de
detención adecuadas en su favor, esta medida no ha sido cumplida pues lo
mantienen en una prisión de máxima seguridad, junto con sentenciados y
procesados por narcotráfico y crímenes de lesa humanidad;
-el poder electoral ha autorizado legalmente su participación en dos
procesos electorales: en 2014 como candidato a la presidencia de la Región de
Cajamarca, este año 2016 como candidato a la presidencia de la República; sin
embargo, contra el derecho y la voluntad popular, le impidieron asumir la
presidencia de Cajamarca desde 2015, ahora le impiden participar como los demás
candidatos presidenciales, en situación de libertad.
Tremenda injusticia es reflejo de mayores injusticias sociales. Perdura
solo por dos razones. La primera, por la poderosa influencia de las
transnacionales mineras como el consorcio Newmont-Buenaventura-Banco Mundial y
del poder ejecutivo sumiso a éstas. Este consorcio, dueño del proyecto de
expansión minera en Conga, es rechazado heroicamente por el pueblo
cajamarquino, encabezado con coraje y dignidad por Gregorio Santos Guerrero,
hijo de las rondas y las comunidades campesinas, emblemáticamente representado
Máxima y su familia, en las alturas de Conga. La segunda razón para que esta
injusticia perdure se resumen en siete ingratas palabras: ¡el silencio cómplice
de millones de peruanos!
¡Levantemos la voz, rompamos el silencio ante tamaña injusticia!
¡Seamos dignos herederos de Túpac Amaru y Micaela Bastidas!
¡GOYO LIBERTAD!
París, 11 de febrero de 2016
colectivo.peruanos@gmail.com
mardi 9 février 2016
III. Apoliticismo y cosa pública en un país a la deriva
Lo revelado y su procesamiento
III. Apoliticismo y cosa pública en un país
a la deriva.
En nuestra segunda
entrega hemos tratado de la ciudadanía y del rol de los medias y los poderes
fácticos para la legitimación de los outsiders y caudillos regionales ante el
estado en el contexto neoliberal imperante. También del paisanaje como
estrategia de legitimación desde el Perú profundo, derrotada transitoriamente hace
235 años. En la presente completaremos nuestra comprensión de los procesos de
legitimación neoliberal actualmente en juego tratando de conocer los factores
por los cuales amplios sectores sociales se identifican con determinados actores
políticos en carrera, acordándoles representatividad, poder.
A nivel mundial observamos una constante y
acelerada reducción del campo de ejercicio de la ciudadanía como sujeto
político. El predominio de los poderes fácticos y mediáticos se incrementa en
el mundo neoliberal. Las transnacionales y los oligopolios, que controlan el
mercado organizan y se disputan el reparto de las áreas de influencia, deciden con
menos dificultad los límites del sentido de lo público, empleando medios
corrosivos y corruptores de los funcionarios y por lo tanto del estado, dejando
como cosa pública migajas. Las transnacionales y los oligopolios son los reales
sujetos políticos herederos del liberalismo de hace cuatro siglos. Para obtener
un mínimo de identificación de amplios sectores sociales con la política, el
poder fáctico instrumentaliza algunos rasgos de los personajes y partidos
políticos como su nacionalismo/chauvinismo, su modernismo/tradicionalismo, su
diferencia pero con derecho igual que los demás. A su vez el poder fáctico neoliberal
promueve diferentes formas de transferencia de soberanía de los Estados a
instituciones o mecanismos internacionales (tratados de libre comercio, poderes
supra-nacionales,...). De este modo la sociedad puede vivir bajo la impresión
de tener gobiernos independientes del poder fáctico (económico, mediático).
Todo esto sucede en países como el nuestro, con el agravante que deriva de las
estructuras materiales y culturas coloniales que nos deforman.
¿De qué modo amplios sectores sociales
legitiman las formas políticas en la época neoliberal? Los ciudadanos solamente
de nombre las legitiman como clientes-espectadores mas no como actores; no son
más sujetos políticos sino objetos de la política, integrantes del público
invitado a aplaudir, reír o llorar. Legitiman las formas políticas como
consumidores de productos políticos en tanto que electores-clientes. De este
modo, los poderes fácticos han vaciado de contenido y sentido político al
ciudadano; lo ha hecho desaparecer. Se ha producido entonces el agotamiento del
ciudadano como sujeto político. El neoliberalismo ha impuesto su lógica de
clase sin encontrar contraparte que le esté a la altura.
Agotado el ciudadano como sujeto político capaz
de velar por la cosa pública, se instala el a-politicismo como substrato o
sócalo político de las sociedades neoliberales. Al conducir al capitalismo
hasta su hora actual, el liberalismo mantuvo los espejismos con los cuales aupó
a su carro a miles de millones de proletarios: antropocentrismo,
individualismo, modernidad, progreso. Sin embargo estas últimas décadas está mostrando
de modo más descubierto lo que es finalmente su propósito inicial y último:
hacer de las relaciones sociales simples formas contractuales/mercantiles, intentando
transformar a toda la humanidad en insaciables consumidores (a-ciudadanos), en
seres cargados solo de deseos a ser
satisfechos. En términos filosóficos neoliberales, este devenir del liberalismo
fue expresado, por ejemplo, en la filosofía de la historia de Francis Fukuyama hace
un cuarto de siglo.
Pero la hegemonía neoliberal de hoy, la realidad
social impuesta por el neoliberalismo no es casual ni producto de una fatalidad
histórica. Es el resultado de las correlaciones de fuerzas sociales (lucha de
clases) en la cual el movimiento obrero y social no fuimos capaces de hacer
frente estratégicamente a las revoluciones cibernéticas, tecnológicas,
comunicacionales y financieras, perdiendo derechos y perspectivas y
precipitando la caída de los Estados de bienestar que surgieron en una
situación de relativa crisis de hegemonía de la gran burguesía mundial. La
derrota del movimiento proletario y social se debió a nuestro encierro en las
lógicas maleables para el capital –productivismo, incremento del poder
adquisitivo, ilusiones libertarias como la de los jóvenes del 68, “la
imaginación al poder”- y al fracaso de las revoluciones socialistas que degeneraron
en capitalismos burocráticos de Estado. Este es el presente mundial.
¿Cómo surge y se instala en el Perú el
apoliticismo en amplios sectores sociales?
Las formas políticas neoliberales se fueron
convirtiendo en norma predominante y legitimando en la sociedad por la
a-política. Este proceso de instalación de lo a-político se produjo en la
década de 1990, bajo una dictadura –la de Fujimori; luego de las crisis
políticas y económicas (guerra interna 1980-1992; hiperinflación de 1987-1991),
cuando amplios sectores sociales no encontraron cauces políticos alternativos
al sistema capitalista colonial ni a la dictadura neoliberal. Desde ese
momento, el individualismo apolítico, la indiferencia por el interés público,
el desinterés por el curso que toma la administración de la cosa pública devino
la regla hegemónica de funcionamiento de la sociedad.
Fueron los poderes imperiales en alianza con
los empresarios intermediarios de la dominación colonial los que fueron
preparando el terreno para la instalación de esta forma de funcionamiento de la
política en nuestro país: aprovecharon los momentos de transición política para
obtener regímenes políticos que serán ad-hoc a sus intereses, mediante
contratos o la venta de empresas públicas, entre otros. Sin jactarse pero sin
tapujos, el magnate del Banco de Crédito y Alicorp hace 6 años contó que en las
elecciones de 1980 apostó por la ganancia financiando a tres de los principales
partidos políticos; uno de sus patrocinados fue ganador: Fernando Belaúnde.
De este tipo de influencia de mecanismos
“liberales” de las clases económicas dominantes sobre lo político surge el
fango de la a-política, de la política criolla actual en el cual las masas
a-politizadas legitiman el sistema político neoliberal vigente.
De las decepciones políticas y también de la
despolitización estimulada por los medias acríticos o adictos a los espejismos
promovidos por el liberalismo
(antropocentrismo, individualismo, modernidad,
progreso) surge un sentido común anti-ético que acompaña y legitima el
desbarajuste reinante. Aquí dos expresiones que han sido –y son aún- vox populi de este sentido común
anti-ético: “roba pero por lo menos hace obra”; “asesinó pero terminó con el
terrorismo”. Estas degradadas moralejas sirven de normas-tipo, de argamasa
“cultural” neoliberal, para la adaptación y adopción del sistema político
vigente propio de un país colonial como el nuestro. Éste sentido común
anti-ético es compartido por millones de peruanos a-políticos, vale decir, por
una parte importante de la población, para admitir a los personajes que rigen
los destinos del país. Aún cuando parezca aberrante, no es la ética social sino
la anti-ética el sócalo sobre el cual se basa la vida política peruana
contemporánea. Lo público, el interés público, que debe ser asegurado por todo
Estado independientemente de la clase que la dirija, no preocupa a la mayoría
de la población, por lo tanto los gobernantes, los encargados del poder público
pueden hacer lo que dicta los intereses particulares sin correr mayor riesgo.
De este modo, al no existir el interés público, la cosa pública se compone de migajas.
Si lo público es así, y sólo tomamos en cuenta
a la sociedad política y dejamos de lado por un momento la historia milenaria y
el territorio, ¿dónde está la República que llamamos Perú? Si miramos con
crudeza la realidad, ésta existe solo como suma de cotos de caza. Cada
organización o institución preserva su zona de influencia. El espacio público
se convierte prácticamente en una suma de guetos, de bantustanes. ¿Cómo
entonces se organiza realmente el depósito de migajas en nuestro país? Una
presidencia de la república, un ministerio, un gobierno regional, una oficina,
un sindicato devienen zonas privadas dominadas por clanes según normas
particulares. Así se fue desestructurando lo público en el país de modo
acelerado desde el periodo dictatorial de Fujimori. Así se produjeron el
barateo de empresas de Estado como Hierro Perú, AeroPerú, Compañía Peruana de
Teléfonos, etc., en beneficio de capitales extranjeros. Así se sigue
produciendo el saqueo extremadamente intensivo del subsuelo del país desde hace
más de tres décadas, en particular del oro, plata y cobre, dejando enfermedades
y pasivos ambientales en el Perú profundo pero muy poco en las arcas públicas.
Así también, se agrava la dependencia alimentaria, por ejemplo, de maíz
importado en beneficio de Alicorp –supeditado a su vez a los precios de los
productores agroindustriales de los países abastecedores. Esto último, a pesar
de la milenaria y palpitante cultura de los países andinos como productores de
centenas de variedades de maíz. Así se realiza, en este inicial siglo XXI, el
reino de la libertad en un país estructural y mentalmente colonial como el nuestro.
Los que gobiernan sirven a estos reales poderes políticos y nos dejan las
migajas como cosa y servicio públicos.
De ilusiones también se nutre la legitimación
de algunos políticos de tiempos neoliberales. Así se manifestaron amplios
sectores sociales ante la entrada en escena de algunos “outsiders”. Por
ejemplo, con respecto a Fujimori: “los chinos (japoneses) son trabajadores, no son
como los peruanos”; a Toledo (y los
Toledo-bis): “es como nosotros y además ha demostrado que también se
puede triunfar”; a García: “por lo menos él habla bonito”; o a Keiko Fujimori: “ella
nos representa a nosotras, las mujeres”. Así, por migajas de ilusiones se
produce también la identificación/ enajenación de las masas a-políticas.
Como insinuábamos en párrafos anteriores, la realidad
política así descrita tampoco es casual o producto de una fatalidad histórica
peruana. En el proceso dinámico de confrontación/experimentación, es el
resultado de la incapacidad para llegar al poder de aquellos que levantamos
esquemáticamente proyectos alternativos y opuestos al neoliberalismo reinante.
Diagnosticar las causas de esta incapacidad, tal es la única solución para
sacar al país del fango en el que, por inercia, lo seguimos hundiendo.
Este criterio común anti-público se hizo regla
luego del fracaso de dos ensayos burocráticos, verticales y anti-democráticos
de reforma o transformación de las estructuras y la sociedad peruanas. Fueron
ensayos criollos, en términos sociales o conceptuales, es decir en función de
objetivos de este sector de la sociedad o en base a conceptos y estrategias
importadas. El primer ensayo, hace cuatro décadas, fue el estatismo burocrático
del gobierno militar de Velasco Alvarado, que si bien terminó con las grandes
haciendas decimonónicas, descapitalizó la agricultura en el país y condujo al
quiebre de las llamadas “cooperativas” agroindustriales y SAIS (Sociedades
Agrícolas de Interés Social). El segundo en fracasar, fue la estrategia militar
subversiva de Sendero Luminoso, que al aplicar métodos verticales y terroristas
contra el propio pueblo y al desconocer la autonomía de las organizaciones
naturales de los pueblos y los trabajadores, terminó rechazado por la voluntad
popular. El pueblo facilitó el triunfo del terrorismo del más fuerte –el terrorismo
de Estado, perdió soberanía y se vio obligado a admitir casi todo con tal de
que cese la guerra interna. Desde entonces quedaron melladas también las
alternativas progresistas y comunistas.
Paralelamente a estos fracasos emergieron, por
un lado, como hegemónico y desde Lima el estado neoliberal y el sistema
político correspondiente, cargados ambos de individualismo “salvador” –tal como
manifestado hace un momento; por otro, como periférico y desde el medio rural y
las regiones, organismos sociales paisanos con reflejos culturales originarios
o ancestrales, cargados de sentido comunitario estructurador. Estos organismos
son la promesa del socialismo indoamericano en el Perú; el renacimiento del
paisanaje, de la soberanía de la sociedad; son a-coloniales, vale decir
opuestos y alternativos a la dominación colonial y podrían perfilarse como
alternativos también a la dominación colonial interna. Las posibilidades
estructuradoras que ofrece este paisanaje palpitante están amenazadas, por la
dificultad para sintonizar con nuestra época; por las tendencias localista y
chauvinista (de raíces también milenarias en América) y por la demagogia neo-indianista
de fresca data. En el presente, estos organismos irrumpen desde la sociedad,
cual río subterráneo, sacudiendo e incluso haciendo tambalear a la descompuesta
y desabrida política peruana.
En efecto, si exceptuamos el movimiento juvenil
que trajo abajo a la ley laboral “Pulpín”, han sido los movimientos de las
comunidades y pueblos de la Amazonía en 2008-2009 y las rondas campesinas de
Cajamarca entre 2011-2013 los que han puesto en dificultades al estado
neocolonial y centralista peruano. Lo sucedido desde el 2009 y 2011 son como
hitos de un profundo recentraje cultural que se está produciendo en el país.
Son síntomas de algo ya manifestado de modo más nítido en países hermanos como
Bolivia y Ecuador. La persistencia y nacimiento durante estas cuatro últimas
décadas, en casi todas las regiones del país, de cerca de 8,000 comunidades
campesinas y nativas y de miles de rondas campesinas y urbanas no podía
permanecer sin consecuencias, sin expresiones sociales y políticas propias. Ni
el contexto adverso (como la descapitalización del agro, ni las situaciones de minifundio ni las
enormes dificultades internas) han podido silenciarlas, menos han podido
hacerlas desaparecer.
Como sabemos, ni los sindicatos, ni las
organizaciones feministas ni los partidos comunistas, ecologistas y
progresistas hemos sabido hasta hoy incorporar a nuestras propias dinámicas la
potencialidad socialista indoamericana, por lo tanto a-colonial, de estos
organismos sociales periféricos comunitarios. En un periodo de repliegue
individualista como el que vivimos, todas estas organizaciones, de ideologías y
formas de organización similares a otras en el mundo occidental, agotamos las
energías en reivindicaciones inmediatas y parciales; debilitamos el innato
poder creativo reproduciendo en el país, de modo crudo, modelos conceptuales y
organizacionales importados. Involuntariamente seguimos lógicas que consolidan
la dinámica mercantil del capital colonizador y el colonialismo interno,
lógicas opuestas por lo tanto a las declaradas metas liberadoras. El caso más
patético se presenta en el mundo sindical: los hijos de comuneros y comuneros
incorporados como trabajadores mineros o prestatarios de servicios de las
mineras por exigencia y capacidad de negociación de las propias comunidades,
casi automáticamente olvidan los intereses mediatos y a largo plazo de las
comunidades, obsesionados solo por el incremento de su capacidad de consumo y
bienestar material. La integridad del territorio comunal, la calidad de la
tierra y el agua, la salud de los comuneros,... son dejados de lado. Como desde
las independencias, reproducimos dichas lógicas porque no logramos comprender
que las necesidades políticas universales siempre se realizan y satisfacen
según formas, características y ritmos particulares, singulares, que, en nuestro
caso serán indoamericanas.
Pareciera que las condiciones y experiencias
recientes son propicias para que, desde el interior de estas organizaciones
sociales y políticas, se produzca un giro favorable a la indoamericanización y
se exprese también el recentraje cultural que simbólicamente se ha manifestado
con mayor nitidez en Bagua y Conga.
Vicente
Romero
08.02.2016
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