samedi 29 août 2015

A propósito del lote petrolífero 192 y de los pueblos de la Amazonía NACIONALISMO O SOCIALISMO PARA EL PERÚ



A propósito del lote petrolífero 192 y de los pueblos de la Amazonía

NACIONALISMO O SOCIALISMO PARA EL PERÚ




Lo dicho en estas líneas no impide marchar juntos con otros sectores nacionalistas, ecologistas, progresistas. Solo invita a que los que consideremos pertinente, vayamos a la unidad necesaria llevando una opción con metas, estilos y plataforma propios.


La actitud de las bancadas fujimorista y aprista evidenció palpablemente su demagogia en el Congreso, el jueves pasado. Se pusieron del lado del ejecutivo y al servicio de la transnacional petrolífera canadiense Pacific, para la cual, amañadamente, habían preparado con la argentina Pluspetrol el otorgamiento de la concesión de explotación del lote 192.
Los congresistas Manuel Dammert y Víctor Isla pidieron al ejecutivo y al Congreso escuchar la exigencia generalizada de los pueblos de la región Loreto. Con solvencia, Dammert argumentó a favor de permitir que, tal como lo solicitaba la propia empresa estatal, PetroPerú sea también beneficiaria del contrato por treinta años. Con esta decisión, dijo, PetroPerú tendría saldos favorables, hará rentable la Refinería de Talara, haría posible la existencia de  una cadena productiva integrada en manos de una empresa de Estado vinculado al sector de energía.
Como lo refirió la congresista Verónika Mendoza, los pueblos originarios de los ríos Pastaza, Corrientes y Tigre, vale decir depositarios de los territorios de la zona donde se encuentra el lote 192, acaban de denunciar el no respeto a sus derechos territoriales y la igualmente fraudulenta consulta previa en sus comunidades (solo dos de las 25 de la zona del lote han suscrito acuerdos). Exigían claridad sobre la forma en que serán resueltos los pasivos ambientales existentes y futuros.
Los argumentos de los congresistas antes citados,  se enrumban dentro de un criterio económico y jurídico favorables a la consolidación del rol empresarial del Estado y de respeto de los derechos de los pueblos originarios. Todo esto es no solo de buen sentido sino también de valor estratégico. El país necesita desarrollar su capacidad técnica y económica, respetando los derechos de los pueblos donde se encuentran las fuentes necesarias para el funcionamiento de la sociedad actual.
Sin embargo, considero que estos argumentos no aportan un fundamento social nuevo. Sus fundamentos son o nacionalistas o del derecho pasivo de nuestros pueblos; no ahondan en la potencialidad que nuestros pueblos están manifestado diariamente y desde hace dos décadas para hacerse forjadores de su destino y de todo el país.
¿Cuál sería este nuevo fundamento?
Una visión integral, sustentada también en las tradiciones y saber comunitarios. Los pueblos originarios no están vinculados a un uso puramente utilitario de lo existente. No consideran lo existente como simples “recursos”. Comprenden y se comprenden en lo complejo de las relaciones entre las cosas y sus espíritus correspondientes.
Para decirlo en claro. Los pueblos de la Amazonía no solo tienen derechos como seres pasivos (recibir, beneficiarse, ser respetados, como todos los demás). No solo son objeto de derechos ni posesionarios de territorios ancestrales. No deben ser sujetos cooptados burocráticamente para finalmente destruir sus territorios y ser destruidos ellos mismos. Los pueblos originarios de la Amazonía son en primer lugar modelos comunitarios y fuente de saberes –de saber haciendo- construidos y renovados constantemente desde hace cientos y miles de años. A este tipo de vida comunitaria y de saberes les debemos el cultivo y mantenimiento de la selva amazónica, el equilibrio y armonía que la humanidad ha podido cultivar con la selva hasta antes del ingreso de la “civilización”. Este tipo de vida y saberes comunitarios debe ser potenciado en el presente para seguir desarrollándose y ampliándose en el futuro.
Más claro aún: el país requiere de una perspectiva socialista. De este modo podrá incorporar las lógicas comunitarias de los pueblos originarios –la mayoría cultural del país- al ejercicio del poder y la conducción de los destinos del Perú. De este modo los trabajadores –las mayorías sociales del país- podremos liberarnos de las ataduras a las cuales el capital nos tiene sometidos. Esta perspectiva socialista debe saber partir del presente, tensando las fuerzas creativas y los espacios de participación y de derecho que van obteniendo en sus luchas gracias a sus luchas los trabajadores y los pueblos originarios como a de las instituciones de investigación y de estudios comprometidas con los destinos de la humanidad y del Perú.

La cuestión del lote 192 y de Petroperú debe ser vista y resuelta también desde esta óptica social.
Ésta es la perspectiva que se viene gestando subterráneamente desde hace casi 20 años y que, creemos, merece ser formulada y desarrollada explícita y claramente. Podrá serlo si partimos de la siguiente premsa: las fuerzas políticas revolucionarias de nuestro siglo no pueden tener como meta o modelo por realizar al Velasquismo o el capitalismo burocrático de Estado. Si nos limitamos a considerar el gobierno de Velasco como nuestro modelo para el futuro significaría que partimos considerándonos incapaces de asumir los restos de nuestra época; que no partimos de la potencialidad y de las exigencias que brotan desde las luchas de nuestros pueblos desde hace dos décadas, en defensa de la Pachamama especialmente (no confundir con ecologismo o la defensa del “medioambiente”).
Nuestro modelo no puede ser el nacionalismo; debes serlo el socialismo enraizado en las comunidades y las luchas de nuestros pueblos, modelo que haga suya de la exigencia de superar al capitalismo –incluso de Estado-, como lo demanda la conciencia concreta y universal de nuestra época.
Vicente Romero
París, 29.08.2015

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